Imagina que hablamos del aceite para cocinar, un producto muy usado y con mucha tradición en España. ¿Cómo se puede mejorar su uso y la experiencia del usuario, antes y después de su consumo? ¿De qué forma intervendrá INFINITIA y su tecnología en este proceso?
Parece difícil que áreas de Tecnología de Alimentos y el de Diseño Estratégico trabajen juntos y se complementen. Lo cierto es que, con la unión de las dos disciplinas, se llegan a resultados más valiosos. Es algo que ratifica Cristina Franco, consultora de diseño UX de INFINITIA, y una afirmación con la que Elena Díaz, nutricionista y consultora de tecnología de alimentos, también asiente: “Juntándonos, el valor aumenta exponencialmente. La magia es que se unen las dos áreas y somos capaces de validar lo que hay detrás de la tecnología”.
Cuando hablamos de mejoras, Javier Sanz, nuestro CEO, hace alusión al “impacto del medio ambiente, al ciclo de vida y al usuario”. Y añade que “es indispensable analizar la cadena de valor para crear nuevas oportunidades de negocio”.
Ahora bien, al poner el foco en cada área… Desde la parte de mercado y usuario, se empieza explorando las posibles necesidades y hábitos en el entorno de uso y en lo que pasa después del mismo para intentar “aportar soluciones innovadoras, ayudar a los usuarios, contribuir en el medioambiente y alargar el ciclo de vida”, según menciona Cristina Franco. Además, hay que detectar, como recordaba Sanz, las oportunidades de negocio. Por ejemplo, en qué regiones o en qué parte del proceso de uso tendríamos mayor posibilidad de aplicación del nuevo producto, en base a las necesidades transmitidas por parte del consumidor.
Por este motivo, el primer paso es la realización de un estudio de mercado de los productos que ya existen en torno al aceite y un análisis de toda la experiencia de los usuarios durante su contacto conforme a este alimento. ¿Qué hábitos y qué percepciones tienen? En esta línea debemos de tener en cuenta la cultura que hay en España respecto al aceite, que es distinta a la del resto de países. Así, analizamos las posibilidades, el tamaño de mercado que se podría tener e investigamos a los usuarios para detectar problemas, necesidades, cómo de abiertos o interesados están en aplicar algo nuevo a este concepto… “Todo esto tiene que aplicarse al país, pero también trasladarse al resto de Europa y ver de qué manera encaja más las distintas soluciones en cada sitio, y qué valor buscan los usuarios en función de sus hábitos y costumbres dependiendo del lugar”, puntualiza Cristina Franco.
“En España, el aceite de oliva es lo que más se consume, y se reutiliza. En otros países puede haber un rechazo a hacerlo por temas de salud, por ejemplo”, desliza Sanz. “En los usos y posibles soluciones existe un cambio porque el usuario es distinto”, concreta Cristina Franco. De ahí, la importancia de analizar cada tipo de usuario al que nos queremos dirigir con sus necesidades, deseos y problemas, pero sin quedarnos en ideas abstractas. Hay que hacer algo tangible, validarlo. Ahí cumple su papel el equipo de Diseño Estratégico.
Nuestros objetivos son claros. Identificar la forma más óptima para sacar ventaja y conseguir el máximo aprovechamiento del aceite a través de distintas tecnologías analizadas, a la vez que diseñar una solución que les permita a los usuarios tener una mejor experiencia de uso a lo largo de todo su contacto con el producto. “En ambos casos, tenemos que hacer un screening de tecnologías donde observamos lo positivo y lo negativo de las mismas y las evaluamos entre sí”, dice Díaz.
Las sinergias y retroalimentación entre distintas áreas es la esencia de INFINITIA. Por eso, si estás pensando en desarrollar un producto, no sabes cómo hacerlo o te falta información especializada, ponte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.