Tras la pandemia, el mercado laboral ha estallado en varios países. En Estados Unidos, los trabajadores han iniciado el fenómeno de la ‘Gran Renuncia’, un movimiento por el que han abandonado sus puestos de trabajo, abrumados por la carga a la que les sometían sus empresas. Si bien en España no se ha producido aún una corriente de tales dimensiones, la frustración de algunos empleados ha empezado a dejarse ver. En empresas como INFINITIA nos hemos adelantado a ese malestar con un plan de cultura corporativa, y hemos empezado a mirar por el valor de las personas, poniendo la lupa en nuestros equipos e intentando mejorar al unísono.
Nuestro cambio empezó a finales del 2020. Javier Sanz, nuestro CEO, relata los motivos: “Íbamos creciendo mucho y muy rápido. Éramos muchas personas y nuestra “maquinaria” son ellas. Por eso quisimos centrarnos en trabajar nuestra cultura corporativa”. Esto es, en palabras de María Hernández, líder de la formación y coach ejecutiva, “la identidad propia, el ADN, la personalidad”. “Es lo que nos hace diferentes respecto a otras empresas que se dedican a lo mismo. Surge de hábitos o normas y se transmite por las formas de actuar, de pensar, por cómo nos relacionamos con el equipo y clientes…Todos esos gestos tienen que ver con actitudes internas, pero también externas”, detalla.
En INFINITIA hemos tenido un interés especial en poner el foco en las personas. Las hemos querido priorizar ante cualquier otro indicador. De la persona parte todo: las ventas, los proyectos, la producción… Eso influye directamente en los resultados. “Trabajar la cultura de una empresa es trabajar el cambio cultural”, anota Hernández. “Tratamos de construir herramientas y procedimientos que estén al alcance de todos”, añade Sanz. “Esa cultura la construimos entre todos”.
Nuestro primer paso fue crear un programa de gestión de talento. De esta forma, el plan -que se desarrolló a través de distintas sesiones dirigidas al análisis interno de la plantilla- tenía como objetivo impulsar las fortalezas e identificar las debilidades para poder avanzar hasta nuestra meta. Después de esa, vinieron otras iniciativas como la figura de ‘Doctor INFINITIA’: “Al igual que los equipos de deporte tienen un médico, queríamos que las personas que componen la consultoría también lo tuviesen para saber si están bien y, si no, conocer que está fallando. En definitiva, hacer una radiografía para ver qué cosas se pueden mejorar”.
En este sentido, cada equipo de la empresa tiene un representante para cuidar de él. Julián Lizán está en ‘Desarrollo de Producto’, Eva Pacheco en “Materiales”, Silvia Pallaruelo en “Alimentos”. Así, anotan su visión. Pacheco resalta los inicios, que han consistido en “tareas metódicas”, que se les dan mejor, y han dejado para más adelante otras “abstractas”, que les pueden costar más. Por su parte, Julián, hace referencia a la “imagen común” que ahora proyectan. “Estamos todos en consonancia”, dice. “Eso indica más profesionalidad”. Es algo que ha notado Pallaruelo, que lleva poco tiempo en la empresa. “Esa preocupación por los empleados, que se manifiesta con esta atención, me atrajo desde el principio. Ahora, que los trabajos generan mucho estrés, es algo muy positivo que estos cuidados estuviesen en INFINITIA”. No obstante, Sanz da la conclusión: “Esto no se trata de un mes, ni de cinco, ni de un año. Es un trabajo continúo porque la cultura tiene que mantenerse viva y ser una actividad clave de la empresa”.
Los valores de INFINITIA
La cultura corporativa existe desde el inicio de una empresa. Ahora bien, en ese trabajo de fortalecerla, se crea una brecha entre los valores que hay y los que nos gustaría tener, teniendo en cuenta lo que está en nuestra mano para alcanzarlo.
“Queremos a las personas alineadas en la misma cultura porque queremos que la empresa se reconozca con una identidad propia. Trabajar con valores hace que desarrollemos compromiso y eso influye en nuestros resultados”, explica Hernández.
Echando la vista atrás, Sanz afirma que nota cómo ahora la cultura es “más fuerte”. “Veo unidad y que la motivación ha aumentado con creces”, expresa. En ese proceso ha intervenido el saber cómo gestionar los conflictos o haber aprendido a mejorar la comunicación, entre otras cosas.
¿En qué lo puede apreciar el cliente? En la imagen de marca o en la homogeneidad del discurso, por ejemplo. Ahora hay un único mensaje de lo qué es INFINITIA. “Hacemos proyectos de innovación o de consultoría. En ellos se distingue nuestra pasión o eficiencia”, anota nuestra CEO.
Con todo, en INFINITIA ya nos hemos sumado al cambio. Ahora bien, la coach ejecutiva, nos ha mostrado los indicadores para comprender cuando una empresa tiene que empezar a trabajar en su cultura organizacional: “Cuando se respira un mal clima laboral, cuando los equipos de trabajo no saben bien a donde se dirigen y cuando hay incoherencias entre lo que decimos que somos y lo que hacemos”.
“La cultura se encarga de que un servicio sea coherente y homogéneo”, continúa. “Ahora en INFINITIA si un cliente sale contento por su rapidez o adaptabilidad y, dentro de un año, vuelve a tener contacto con la empresa, el consumidor va a esperar tener la misma experiencia y eso es en lo que hemos trabajado y estamos trabajando”, finaliza Hernández.